En las relaciones humanas existe un constante intercambio entre dar y recibir. En el post anterior hablamos de las personas que dan en exceso en sus relaciones y que no tienen en cuenta sus necesidades y no se permiten recibir. El otro día nos centramos en el exceso de dar. Hoy nos centramos en el déficit de recibir.

¿Te permites recibir, pedir, tomar? Muchas personas saben que esto les cuesta.

A lo largo de la vida, a través del paradigma social y de las vivencias familiares asumimos ecuaciones excesivamente simplificadas sobre qué es recibir. Bajo la dificultad de tomar algo para uno mismo, hay ecuaciones del tipo tomar es egoísta, el dinero es malo o no es importante, el sexo es malo, el placer no es bueno… ecuaciones que generan miedo a experimentar y sus consecuencias. Vemos el tomar un exceso de atrevimiento y de riesgo.

Hemos podido pedir a lo largo de nuestra vida y no haber obtenido respuesta con lo cual nos creamos una coraza de autosuficiencia en que «no necesito». Es útil preguntarnos qué me ha pasado a lo largo de la vida, sobre todo en la infancia, cuando he pedido. Mis peticiones han podido ser rechazadas, he podido recibir el mensaje de que era pesada y caprichosa por hacerlo, me han podido trasmitir el mensaje de que pedir es mendigar, mostrarse necesitado y vulnerable, he podido asumir conformarme con lo que hay, si pido puedo obtener y hay miedo de que hacer con las frustraciones que implica tener, si no tengo evito este desafío. He podido asumir también que no soy apto, suficiente o merecedor de recibir. También que no me lo he ganado suficientemente. Hay entornos en los que el amor se iguala a un gran sacrificio de los padres para dar lo mejor a sus hijos y se codifica inconscientemente que recibir es quedar en deuda con el otro, asi que mejor no recibir o si otro tiene la intención de darme lo vivo con desconfianza. También he podido codificar que recibir significa depender del otro. Muchas ecuaciones en las que el resultado es no permitirme recibir.

¿Cuál ha sido tu experiencia vital? Tomar conciencia de ella nos da información relevante de para qué evitamos recibir. ¿Hay otra forma de verlo? Por supuesto. El amor adulto es un intercambio consciente en que ambas partes escuchan sus necesidades y se permiten recibir del otro. Hay un intercambio de dar y recibir que es equilibrado y digno para ambas partes. Si se produce un desequilibrio en que uno da mucho, se acumula y llega un momento en que el otro se siente en una deuda muy grande que se siente incapaz de devolver y esto le puede llevar a alejarse.

Tras la toma de conciencia siempre viene el desafío en lo concreto, en la acción. Conviene hacer el ejercicio de auto observarnos en los intercambios cotidianos actuales, si soy el último en elegir siempre, si siempre pregunto primero al otro que es lo que quiere, si quito importancia a mis necesidades, etc. Observarnos en situaciones que pueden parecer insignificantes nos da claves. Nuestro desafío será tomar acciones concretas al respecto.

Gracias por tu atención, deseo que te sea útil y si quieres dejar un comentario explicando tu reflexión o experiencia personal es genial para enriquecer el post.

Carolina Sendino, 2 de mayo de 2022.