El valor del femenino es el valor del proceso que implica cada cosa que existe. Paso a paso. La Tierra, en su femenino, nos lo muestra constantemente en el proceso de gestación lento de cada fruto que después nos alimenta. La mujer en el proceso de gestación de un bebé nueve meses también.
El femenino como principio estructural (no como hombre y mujer) en cada persona es la capacidad de gestación y desarrollo de los procesos de existencia. La cultura nos transmite la idea de la prisa y el resultado. Nos atormentamos cuando no hacemos o no salen las cosas en los tiempos que “deberían”. Ya debería saber hacer esto… Ya debería conseguir este objetivo… Ya debería encontrarme mejor… Ya debería superar este duelo… Sin darnos cuenta de que el proceso tiene momentos en los que parece no avanzar y sin embargo avanza. Al proceso están contribuyendo sucesos que nos pasan desapercibidos: nuestro cuerpo biologizando e integrando, acciones que consideramos menores, inútiles o pequeñas que están siendo parte del proceso, acciones aparentemente no relacionadas en las que nos estamos ejercitando y contribuyendo al proceso, y sobre todo, asumir y reconocer los límites de hacer hasta donde puedo en cada momento de gestación y comprender que la generación de nuevos alcances requiere de este proceso y secuencia.
Cuando tenemos un objetivo personal, por ejemplo un emprendimiento, un nuevo trabajo, comprar una casa que convertimos en nuestro hogar, nos podemos machacar en el diálogo interno con el debería haber conseguido ya tal cosa o tendría que estar haciendo ya tal otra. Conviene preguntarnos si estamos siendo conscientes del desarrollo, de la secuencia, de la experiencia, de la gestación que requiere asumir los límites que implican un proceso para ser transformados en un nuevo alcance. La experiencia que es el femenino en modo funcional. Los errores son parte fundamental de este engranaje de crecimiento que es la vida.
Este proceso del femenino es diferente (de hecho es la funcionalización) del femenino en modo perverso que confunde y transforma el proceso de gestación lento y fértil con el “todo vale, no importa si no sale o que más da” y la pasividad de no hacer proceso de crecimiento, entrando en un ciclo de insatisfacción y queja. Exceso de permisividad y pasividad en lo más sutil que ni siquiera percibimos y quitamos importancia.
¿Percibimos y valoramos en nosotros y nuestra vida el proceso de lo femenino? ¿Somos conscientes de cuanto femenino perverso esta disponible para ser actualizado en nosotros? ¿Podrían los movimientos en favor de la igualdad beneficiarse en descubrir el tan poco considerado valor del femenino para que hombres y mujeres lo incorporen y desarrollen?
Carolina Sendino Blanco, 19-05-2022.